miércoles, 2 de febrero de 2011

Carta a María Teresa.Juan Gonzalo Rose.(1928-1983)

Para tí debo ser,pequeña hermana,
el hombre que hace llorar a mamá.

Yo me interrogo ahora
¿por qué no he amado solo
las rosas repentinas,
las mareas de junio,
las lunas sobre el mar?

¿Por qué he debido amar
la rosa y la justicia,
el mar y la justicia,
la justicia y la luz?

Fuí un niño como todos.
También mi infancia
la atravesaba un río
y tenía una hora misteriosa
en la cual las palomas
a mi alma obedecían.

Pero me preguntaba
¿por qué en mi calle
la alegría es un viento
fugaz e inesperado?
¿por qué no siembran trigo
también sobre mi pecho,
si aquí en mi corazón
todas las noches
se desbordan los ríos?

Por eso fué una noche
el rostro de mi madre,
astro de cera y llanto
en el cielo apagado de mi celda:
por eso me negaron
el Perú en mi desvelo,
y vanamente grito:
devolvedme mi patria,
devolvedme mi escuela de palomas,
mi casa frente al mar,
devolvedme su calle más pequeña,
su lámpara más rota,
su más ciego lugar.

A pesar de todo esto,
para tí debo ser,pequeña hermana,
el fantasma que vuelca
la sal sobre la mesa,
el mal hado que rompe
las puntas de los días:
y es que a tí te hace daño
ver llorar a mamá.

Mas una tarde,hermana,
te han de herir en la calle
los juguetes ajenos;
la risa de los pobres
ceñirá tu cintura
y andando de puntillas
llegará tu perdón.

Cuando esa hora suene
es que amarás las rosas,
las mareas de junio,
el jardín de diciembre
donde los niños van;
es que amarás mis sueños
y mis cosas;
¡sabrás por qué se rompe
fácilmente
por la mitada el pan!

Cuando esa hora suene
y se empadrine en padre mi orfandad
iremos de la mano
por las calles de Lima,
en trinidad de gozo:
la risa de mamá.